El 14 de noviembre de 2024, las autoridades estadounidenses anunciaron el descubrimiento de una operación significativa de ciberespionaje atribuida a hackers afiliados a China, con el objetivo de robar información sensible de individuos estadounidenses involucrados en el gobierno y la política.
El FBI y la Agencia de Ciberseguridad e Infraestructura (CISA) informaron que estos hackers comprometieron redes de varias empresas de telecomunicaciones, lo que les permitió acceder a los registros de llamadas de clientes y a las comunicaciones privadas de ciertas personas.
Aunque no se revelaron las identidades específicas de los individuos atacados, las agencias indicaron que estaban principalmente involucrados en actividades políticas. Los hackers también supuestamente accedieron a información sujeta a solicitudes de aplicación de la ley de EE. UU., lo que sugiere intentos de socavar programas regidos por la Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera (FISA).
Esta revelación sigue a una serie de incidentes de piratería atribuidos a Pekín, que los funcionarios estadounidenses afirman que son parte de una estrategia más amplia para adquirir datos tecnológicos y gubernamentales y para atacar infraestructuras críticas. En septiembre, el FBI reveló un esfuerzo de piratería chino llamado Flax Typhoon, que involucró la instalación de software malicioso en más de 200,000 dispositivos de consumo.
Además, el FBI había lanzado previamente una investigación sobre el presunto hackeo de los teléfonos móviles utilizados por Donald Trump y su compañero de fórmula JD Vance. Este ataque supuestamente implicó la infiltración de la red de Verizon y apuntó a individuos asociados con candidatos presidenciales republicanos y demócratas.