El programa Artemis, liderado por la NASA, avanza hacia su ambicioso objetivo de regresar humanos a la Luna, con preparativos significativos en marcha para futuras misiones lunares. Recientes envíos de hardware de vuelo han llegado al Centro Espacial Kennedy en Florida, marcando un paso crucial para la primera prueba de vuelo tripulada de Artemis y las misiones lunares posteriores.
Paralelamente, los equipos están trabajando en la torre del lanzador móvil 2, que apoyará el Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS) Block 1B, previsto para la misión Artemis IV. Este cohete mejorado contará con una etapa superior más potente, permitiendo una mayor capacidad de tripulación y entrega de carga a la Luna. Los técnicos han comenzado las pruebas de conexiones umbilicales de la etapa superior para garantizar que el cohete esté debidamente abastecido durante el lanzamiento.
La construcción en el Centro Espacial Kennedy avanza rápidamente, con la base del lanzador móvil 2 estableciéndose sobre pedestales permanentes. La estructura alcanzará finalmente casi 400 pies de altura, equivalente a la longitud de cuatro piscinas olímpicas. Es notable que el ensamblaje de los módulos de la torre está en curso, con hitos recientes que incluyen la instalación de un componente clave conocido como 'silla'.
Además de los avances estructurales, la NASA también se centra en el diseño de botas lunares para astronautas. La investigación en la Universidad de Dakota del Norte enfatiza la importancia de la biomecánica, especialmente cómo las condiciones extremas del polo sur lunar afectarán el movimiento humano. Las nuevas botas lunares deben retener el calor mientras permiten el movimiento natural del pie, un desafío dado las bajas temperaturas y la necesidad de flexibilidad durante las actividades extravehiculares.
Las misiones Artemis tienen como objetivo explorar las regiones polares de la Luna, que presentan condiciones más severas que las que se encontraron durante las misiones Apollo. Esto requiere enfoques innovadores en el diseño de trajes, asegurando que los astronautas puedan operar de manera efectiva y segura en estos entornos extremos. A medida que la NASA se prepara para estas misiones innovadoras, la colaboración entre ingenieros e investigadores será fundamental para superar los desafíos de la exploración lunar.