La llegada de Starlink a Argentina, prevista para el 15 de julio de 2025, no es solo un avance tecnológico; es una potencial revolución económica, especialmente para las zonas rurales y remotas del país. Desde una perspectiva económica, la implementación de internet satelital en smartphones, gracias a la colaboración entre Starlink y T-Mobile, abre un abanico de oportunidades y desafíos.
La inversión inicial en infraestructura satelital es considerable, pero los beneficios a largo plazo podrían superar con creces los costos. Según datos de la Cámara Argentina de Internet, la falta de acceso a internet de alta velocidad en áreas rurales limita el desarrollo económico, afectando a sectores como la agricultura, el turismo y la educación. La llegada de Starlink podría impulsar la productividad en estas áreas, permitiendo el acceso a mercados digitales y fomentando el emprendimiento local.
Un estudio de la consultora económica Deloitte revela que la expansión de la banda ancha en zonas rurales puede aumentar el PIB de un país hasta en un 1%. En Argentina, donde la brecha digital es significativa, Starlink podría ser un catalizador para reducir esta disparidad. Sin embargo, es crucial considerar los aspectos regulatorios y fiscales. La implementación de políticas que faciliten la competencia y eviten monopolios, así como la creación de incentivos fiscales para la adopción de la tecnología, serán fundamentales para maximizar el impacto económico de Starlink.
Además, la asequibilidad del servicio es un factor clave. Si el costo de acceso es prohibitivo, los beneficios económicos no se materializarán. Es esencial que Starlink ofrezca planes de precios competitivos y accesibles para la población de bajos ingresos. En resumen, la llegada de Starlink a Argentina representa una oportunidad única para impulsar el crecimiento económico en áreas desatendidas, pero su éxito dependerá de una estrategia integral que considere aspectos tecnológicos, regulatorios y económicos.