El campus de Apple en Cork, Irlanda, alberga un laboratorio de pruebas de fiabilidad donde los dispositivos se someten a pruebas de durabilidad extremas.
Los equipos simulan años de desgaste en días, sometiendo los dispositivos a impactos, temperaturas extremas, humedad, radiación y exposición química. Las máquinas tiran repetidamente de los cables de carga y simulan dedos sudorosos en las pantallas.
La iniciativa "Longevidad por Diseño" de Apple tiene como objetivo crear productos más duraderos y reparables utilizando materiales reciclados. Los iPhones se dejan caer sobre madera, asfalto y granito. Los iMac se hornean a 65°C, se exponen a alta humedad y se rocían con aire a -20°C.
Los ingenieros utilizan rayos X, tomografías computarizadas y microscopios electrónicos (resolución de 5 nm) para identificar fallas internas. Daisy, el robot de reciclaje de Apple, desmonta hasta 2,4 millones de iPhones al año.
El objetivo es garantizar que los dispositivos funcionen bien en el día 1000, mejorando la fiabilidad y el valor de reventa. Apple tiene como objetivo la neutralidad de carbono en su cadena de suministro para 2030.