El presidente Donald Trump está remodelando el gobierno federal, convirtiéndolo en una herramienta para recompensar a sus aliados y castigar a quienes considera adversarios. Está utilizando órdenes ejecutivas, investigaciones federales y decisiones regulatorias para atacar a una amplia gama de individuos e instituciones.
Las acciones de Trump incluyen atacar a universidades, bufetes de abogados y críticos de su primer mandato, mientras que simultáneamente recompensa a los aliados con indultos, contratos y la terminación de investigaciones. Las consecuencias con Elon Musk resaltaron el enfoque transaccional de Trump, ya que amenazó con rescindir contratos después de su desacuerdo.
Este comportamiento subraya la rapidez con la que uno puede pasar de aliado a adversario. Trump ve poca distinción entre la política pública y la lealtad personal. Este enfoque contrasta con el de Richard Nixon, quien también buscó utilizar la autoridad federal para beneficio personal, pero las acciones de Trump son más extensas y manifiestas.
Las acciones de Trump se ven como una forma de vida, a diferencia de los incidentes más aislados de Nixon. Trump se está moviendo más rápido y más lejos en la reconfiguración de la autoridad del gobierno federal. Ha revocado autorizaciones de seguridad, ordenado investigaciones e impuesto sanciones a instituciones que considera hostiles.
Trump también ha recompensado a los aliados, retirando cargos y terminando acciones de cumplimiento. Estas acciones se asemejan a un chantaje, ofreciendo protección a quienes cumplen sus demandas y consecuencias a quienes se resisten. La velocidad con la que Trump cambió su postura sobre Musk ejemplifica esta dinámica.
Los esfuerzos de Nixon por utilizar el poder federal tenían como objetivo la represalia, mientras que las acciones de Trump pueden extenderse al debilitamiento de las instituciones independientes. Trump está haciendo amenazas abiertamente, lo que cambia su naturaleza y puede perturbar la vida de los afectados. Sin embargo, Trump enfrenta menos resistencia que Nixon.
Trump opera con un Congreso republicano complaciente y nombramientos leales. Los tribunales son el principal obstáculo, pero la postura de la Corte Suprema sigue siendo incierta. Las batallas legales determinarán si Trump puede cumplir los impulsos más oscuros de Richard Nixon.