La colaboración de Prada con artesanos indios para la colección 'Made in India' es un ejemplo fascinante que nos invita a reflexionar sobre la ética en la industria de la moda. Este proyecto, que surgió tras las críticas a su desfile de moda masculina de primavera/verano 2026, nos presenta un dilema complejo: ¿es suficiente la apropiación cultural cuando se traduce en una colaboración que beneficia a los artesanos locales?
Según un informe de la Organización Mundial del Comercio, el mercado global de productos de artesanía india ha crecido un 15% en los últimos cinco años, demostrando un interés creciente por la artesanía india. Esta colaboración, que involucra a la Cámara de Comercio, Industria y Agricultura de Maharashtra (MACCIA), representa un paso importante hacia la responsabilidad social corporativa. Sin embargo, es crucial analizar si este esfuerzo va más allá de una simple estrategia de marketing.
El valor de los chappals Kolhapuri, que se venden por unos 12 dólares en los mercados locales, reside en su significado cultural y en el arduo trabajo de los artesanos. Prada, al reconocer la inspiración, se ha comprometido a producir una colección de edición limitada. Esto plantea la pregunta: ¿se valora adecuadamente el trabajo de los artesanos indios en esta colaboración? Un estudio de la Universidad de Harvard sobre la cadena de suministro de la moda revela que, en promedio, los artesanos reciben solo el 3% del precio final de venta de los productos.
La colaboración Prada-India es un caso de estudio que nos obliga a cuestionar la ética de la moda. Aunque la iniciativa puede aumentar la exposición global de los artesanos y revitalizar la artesanía Kolhapuri, es esencial evaluar si se están abordando adecuadamente las cuestiones de equidad y sostenibilidad. La transparencia en la cadena de suministro y una justa remuneración son fundamentales para garantizar que esta colaboración sea verdaderamente ética.