Cambios en la industria de la moda: las consecuencias de los cambios en la política comercial global

Editado por: Екатерина С.

La industria de la moda se ha visto significativamente impactada por los cambios en las políticas comerciales globales, particularmente aquellas iniciadas por Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump. El objetivo era alentar la reubicación de la manufactura en Estados Unidos y proteger los empleos locales. Sin embargo, el modelo de moda ultra rápida, conocido por su rápida respuesta a las tendencias, se ha adaptado a estos cambios de maneras inesperadas.

Muchas empresas de ropa, al enfrentarse a aranceles sobre las importaciones chinas, inicialmente trasladaron la producción a países como Vietnam y Camboya. La posterior imposición de aranceles "recíprocos" condujo a un cambio en las estrategias de abastecimiento. Las marcas de moda ahora priorizan el costo total más bajo, independientemente de la ubicación, lo que resulta en la explotación laboral en países con menores aranceles y costos laborales.

Plataformas como Shein y Temu han prosperado al ofrecer ropa impulsada por tendencias a precios extremadamente bajos. Gran parte de la producción de Shein se realiza en Guangzhou, China, donde los trabajadores a menudo soportan largas jornadas en malas condiciones. Si bien los aranceles tenían la intención de impulsar la manufactura estadounidense, en cambio han redirigido la producción a países con costos laborales aún más bajos, como Filipinas.

El impacto ambiental de la moda rápida está bien documentado. Las políticas comerciales, junto con una retirada de los compromisos climáticos, han empeorado los daños ambientales. La ironía es que los aranceles destinados a proteger a los trabajadores estadounidenses, en algunos casos, han empeorado las condiciones de los trabajadores en otros lugares.

El núcleo del problema es estructural. Todo el modelo de negocio se basa en la explotación y el daño ambiental. Los gobiernos pueden desempeñar un papel en la regulación de las cadenas de suministro y la aplicación de las normas laborales. Las marcas deben asumir la responsabilidad de las condiciones en sus fábricas. Los consumidores también tienen un papel que desempeñar. Reconocer los costos ocultos de la ropa barata es un primer paso crucial.

Están surgiendo alternativas a la moda rápida. Los alquileres de ropa y las tiendas de segunda mano gestionadas por organizaciones benéficas ofrecen opciones más sostenibles. Por ejemplo, el nuevo esquema Seamless de Australia tiene como objetivo hacer que las marcas de moda sean responsables de la vida útil completa de la ropa que venden. Las marcas éticas están demostrando un camino mejor al ofrecer ropa fabricada en condiciones más justas y con materiales sostenibles.

Las reglas comerciales de Trump, aunque apuntaban a reequilibrar el comercio global, han expuesto la fragilidad y la naturaleza explotadora del sistema de moda ultra rápida. A menos que se aborden las desigualdades sistémicas en la producción de moda, el verdadero costo de la ropa barata seguirá siendo soportado por aquellos que menos pueden permitírselo.

Fuentes

  • mint

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