Estudios recientes revelan hallazgos alarmantes sobre los microplásticos, pequeñas partículas de plástico de menos de 5 mm, que se han detectado en casi todos los órganos humanos, incluidos los pulmones, el corazón, el hígado e incluso la placenta y la sangre. Esta contaminación generalizada ha suscitado importantes preocupaciones de salud, como lo destacó Fabien Lagarde, investigador del Instituto de Moléculas y Materiales de la Universidad de Man, durante una audiencia con legisladores franceses el 30 de octubre de 2024.
Los microplásticos están presentes en el aire, el agua, los alimentos, los envases, los textiles sintéticos, los neumáticos, los cosméticos y más, lo que lleva a las personas a ingerir, inhalar o entrar en contacto con estos partículas. Las implicaciones para las futuras generaciones son particularmente preocupantes, con predicciones que sugieren que los niños nacidos en 2040 podrían enfrentar una exposición aún mayor.
Una investigación publicada en el New England Journal of Medicine en marzo de 2024 indica una correlación entre la acumulación de microplásticos en los vasos sanguíneos y un mayor riesgo de ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y mortalidad en personas con aterosclerosis. Además, un análisis exhaustivo de 2,000 estudios en animales ha demostrado que los microplásticos pueden afectar negativamente la reproducción y están relacionados con un mayor riesgo de cáncer y daño respiratorio.
A pesar del creciente cuerpo de evidencia, establecer un vínculo causal directo entre la exposición humana a una mezcla de polímeros y aditivos químicos, que pueden incluir contaminantes como bacterias y virus, sigue siendo un desafío. A medida que la conciencia y las investigaciones sobre microplásticos continúan expandiéndose, las posibles consecuencias para la salud subrayan la urgente necesidad de soluciones para mitigar esta crisis ambiental.