El ADN antiguo de los sedimentos de las cuevas revela la historia oculta de los animales y los humanos de la Edad de Hielo

Hace unos 19.000 años, una mujer prehistórica fue enterrada dentro de la cueva de El Mirón, un enorme refugio de rocas en el norte de España. Sus restos, descubiertos en 2010 por los arqueólogos Lawrence Straus de la Universidad de Nuevo México y David Cuenca Solana, fueron cubiertos de ocre rojo, un pigmento rico en hierro por el que fue apodada la dama roja de El Mirón. Este espectacular hallazgo ha proporcionado una gran información sobre los humanos de la edad de hielo, y los nuevos avances en el análisis de ADN continúan produciendo nuevas ideas sobre las poblaciones que vivieron en la región antes y después de su tiempo.

Los estudios genéticos de humanos antiguos confían en extraer ADN de huesos o dientes. Pero un artículo sobresaliente publicado en Nature Communications muestra que el ADN preservado en el suelo, conocido como ADN antiguo sedimentario, o "sedadna", puede producir ideas cruciales. El estudio, que involucró a Pere Gelabert y Victoria Oberreiter en el laboratorio del profesor Ron Pinhasi en la Universidad de Viena, se realizó en colaboración con Straus y Manuel González Morales de la Universidad de Cantabria. Han codirigido las excavaciones de El Mirón durante más de 25 años.

Según el análisis de sedadna, los humanos y los animales habitaron la cueva en diferentes momentos, correspondientes a las capas arqueológicas profundas. La investigación identificó rastros genéticos de especies no registradas previamente en los restos faunísticos excavados, como la hiena, el leopardo y el dhole asiático, un perro salvaje que ahora solo se encuentra en partes de Asia. Este método es muy atractivo porque ofrece la posibilidad de desentrañar los ecosistemas del pasado sin necesidad de restos esqueléticos bien conservados.

Uno de los hallazgos más importantes de esta investigación es el descubrimiento de la ascendencia genética de los humanos en los sedimentos. El análisis reveló que los artesanos que hicieron artefactos solutrenses en la cueva de El Mirón durante el Último Máximo Glacial (c. 25.000-21.000 años atrás) pertenecían a la línea genética 'Fournol'. Esta línea se ha identificado previamente en restos encontrados en Francia y España, lo que sugiere que estos cazadores-recolectores de la Edad de Hielo se mudaron al sur cuando las condiciones climáticas eran extremas. Más tarde, se fusionaron con el legado genético de la Dama Roja, junto con la ascendencia 'Villabruna', que emigró a la región desde los Balcanes a través del norte de Italia durante el Magdaleniense.

La cueva de El Mirón ha sido reconocida durante mucho tiempo como un lugar clave para el estudio de la actividad humana durante el Paleolítico Superior. Los nuevos hallazgos de sedadna refuerzan su importancia al proporcionar un registro genético ininterrumpido que abarca más de 46.000 años, cubriendo la transición de las poblaciones neandertales en el período musteriano a los humanos modernos en el magdaleniano.

Además del ADN humano, esta investigación recuperó los genomas mitocondriales de otros animales de la edad de hielo, incluidos mamuts lanudos, rinocerontes y renos. El trabajo contribuye a la reconstrucción del entorno europeo prehistórico y proporciona una imagen más clara de cómo tanto la vida silvestre como los humanos respondieron al cambio climático pasado.

Con el éxito del análisis de sedadna en El Mirón, los investigadores ahora están mirando hacia la próxima frontera, extrayendo el ADN nuclear de los sedimentos.

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