El 23 de enero de 2025, la Tierra experimentó una tormenta solar sin precedentes, clasificada como un evento geomagnético severo. La tormenta, resultado de una eyección de masa coronal (CME), causó interrupciones generalizadas en las comunicaciones por satélite y en las redes eléctricas en varias regiones.
La NASA informó que la CME fue eyectada del Sol dos días antes, con velocidades que superaron los 1,500 kilómetros por segundo. La tormenta alcanzó la Tierra en menos de 48 horas, provocando fluctuaciones en el campo magnético del planeta.
Las compañías eléctricas en América del Norte y Europa reportaron cortes de energía localizados, mientras que las aerolíneas se vieron obligadas a desviar vuelos para evitar interferencias de radio de alta frecuencia. Los observadores notaron auroras espectaculares visibles en latitudes más bajas de lo habitual, incluyendo áreas en los Estados Unidos y partes de Europa.
Este evento marca una de las tormentas solares más intensas registradas en la historia reciente, generando preocupaciones entre los científicos sobre el potencial de futuras ocurrencias y su impacto en la tecnología moderna.