Los poderosos vientos del huracán Helene causaron daños significativos en el oeste de Carolina del Norte a finales de septiembre, resultando en la caída de decenas de miles de árboles. Esta destrucción ha creado condiciones que pueden aumentar el riesgo de incendios forestales en la región.
Se informaron vientos que superaron las 160 km/h y se registraron inundaciones históricas durante el impacto del huracán, dejando atrás una cantidad sustancial de desechos de árboles, incluyendo hojas y ramas, que pueden servir como combustible para incendios forestales potenciales. Robert Schiller, profesor de ecología forestal en la Universidad Estatal de Carolina del Norte, enfatizó que la disponibilidad de materiales pequeños es crucial para la propagación del fuego.
Schiller notó que los pinos, conocidos por su alta inflamabilidad debido al contenido de resina, y los robles, que dominan el paisaje local, representan riesgos significativos de incendios forestales. Las condiciones secas actuales agravan esta preocupación, con el potencial de que incendios forestales se enciendan a partir del combustible abundante proporcionado por los árboles caídos.
Para abordar esta amenaza, las autoridades podrían considerar la implementación de cortafuegos, áreas designadas que pueden ralentizar la propagación del fuego. Sin embargo, el terreno accidentado y la infraestructura dañada complican este enfoque. Además, se podrían imponer prohibiciones de quema para prevenir incendios durante condiciones secas y ventosas.
De cara al futuro, los próximos meses podrían reducir el riesgo de incendios forestales a medida que la humedad de la nieve y los procesos de descomposición natural afecten los desechos de árboles caídos. Sin embargo, se recomienda tomar medidas inmediatas para mitigar los riesgos asociados con la actual sequía.