Un reciente estudio internacional destaca una tendencia preocupante: las áreas oceánicas con baja biodiversidad se están expandiendo, un fenómeno conocido como desertificación oceánica. Esta expansión casi se ha duplicado en poco más de 20 años, aumentando del 2,4% al 4,5% del océano global. Esta deficiencia de nutrientes amenaza la salud de los océanos y el clima global.
La investigación enfatiza los cambios en el fitoplancton, la base de la red alimentaria marina. Estos microorganismos juegan un papel vital en la mitigación del cambio climático al eliminar el CO2 atmosférico a través de la fotosíntesis. El calentamiento global exacerba este problema, causando que el agua más cálida y ligera permanezca en la superficie, impidiendo la mezcla de agua más fría y rica en nutrientes de las profundidades.
Impacto y adaptación
Menos mezcla significa menos alimento para el fitoplancton, lo que impacta a toda la cadena alimentaria. Los investigadores analizaron datos satelitales de clorofila y fitoplancton de 1998 a 2022 en cinco grandes giros oceánicos. Si bien los niveles de clorofila están disminuyendo, la biomasa de fitoplancton permanece relativamente estable, lo que sugiere una adaptación a las condiciones cambiantes. Esta adaptación puede implicar que el fitoplancton se ajuste a nuevas condiciones de crecimiento, como el aumento de la temperatura y la reducción de la disponibilidad de nutrientes.
Llamado a la acción
La Conferencia de la ONU sobre los Océanos en Niza, Francia, del 9 al 13 de junio de 2025, tiene como objetivo abordar estos problemas críticos. La conferencia se centrará en acelerar la acción y movilizar a todos los actores para conservar y utilizar de forma sostenible el océano. La protección de la alta mar, la lucha contra los subsidios pesqueros perjudiciales y la garantía de un tratado mundial sobre plásticos se encuentran entre las prioridades clave para el progreso oceánico en 2025.