En un esfuerzo innovador por revivir ecosistemas en peligro, los investigadores están aprovechando el poder de los hongos micorrícicos, socios microscópicos que han coevolucionado con las plantas durante más de 500 millones de años. Estos hongos, encontrados en muestras de suelo recolectadas de varias regiones, incluidas las praderas de tallgrass del Medio Oeste estadounidense y los bosques nublados de Colombia, son cruciales para la salud de las plantas, ayudando en la absorción de nutrientes y en la resistencia a los estreses ambientales.
Ecologistas como Jim Bever de la Universidad de Kansas están liderando iniciativas para utilizar estos hongos como herramientas naturales para la conservación. Su trabajo ha demostrado que la inoculación de plantas con esporas micorrícicas puede mejorar significativamente las tasas de crecimiento y supervivencia, ofreciendo una alternativa sostenible a los fertilizantes químicos. Por ejemplo, en los proyectos de restauración de praderas de tallgrass, la inoculación micorrícica ha duplicado el follaje de las plantas y triplicado las tasas de supervivencia.
En Colombia, se están llevando a cabo esfuerzos para salvar el antiguo roble negro, una especie amenazada por la pérdida de hábitat. Al usar suelo de debajo de robles existentes, los investigadores han aumentado con éxito las tasas de supervivencia de los plántulas, mostrando el papel crítico de las comunidades micorrícicas locales en la conservación.
Mientras tanto, en Hawái, se están utilizando hongos micorrícicos para proteger gardenias en peligro crítico, con resultados preliminares prometedores que indican que los plántulas inoculados crecen significativamente más rápido que sus contrapartes no tratadas.
Sin embargo, la introducción de especies micorrícicas no nativas plantea riesgos, como se ha visto en las Islas Galápagos, donde cultivos invasores han interrumpido la flora nativa al alterar los ecosistemas del suelo. Esto resalta la importancia de comprender las comunidades fúngicas locales antes de implementar técnicas de restauración.
A medida que el mercado de inoculantes micorrícicos crece, los expertos enfatizan la necesidad de una obtención y aplicación responsable de estos hongos para garantizar el equilibrio ecológico. El futuro de la flora global puede depender de estos pequeños aliados, haciendo que su conservación sea tan vital como la de las plantas que apoyan.