En un notable avance en la conservación, el tapir brasileño (Tapirus terrestris) ha sido avistado en la naturaleza por primera vez en 100 años en Río de Janeiro, Brasil. Las observaciones fueron confirmadas por el Instituto Estatal del Medio Ambiente (Inea) a través de trampas fotográficas instaladas en asociación con Vale, destinadas a proteger la biodiversidad del Bosque Atlántico.
Más de 108 imágenes capturadas por diez cámaras en una unidad de conservación en la Costa Verde revelaron grupos de hasta tres tapires, incluida una hembra con una cría, lo que indica una población bien establecida en la región. Este redescubrimiento destaca el éxito de los esfuerzos de conservación en curso en el Bosque Atlántico, que proporciona un hábitat vital para el tapir y otras especies clave, como el jaguar (Puma concolor).
Según Inea, esta es la primera vez en un siglo que se han registrado tapires viviendo libremente en Río de Janeiro, independientemente de la intervención humana o proyectos de reintroducción. Bernardo Rossi, el secretario estatal de Medio Ambiente y Sostenibilidad, enfatizó que las unidades de conservación estatales protegen casi medio millón de hectáreas de Bosque Atlántico, subrayando la importancia de este redescubrimiento tanto para Río de Janeiro como para la ciencia.
Los tapires brasileños, que pueden pesar hasta 250 kilogramos, desempeñan un papel ecológico crucial como dispersores de semillas y depredadores, ayudando a mantener su hábitat natural. Su adaptabilidad a diversos terrenos, incluidas áreas húmedas y pendientes empinadas, mejora su supervivencia frente a los depredadores.
El último avistamiento documentado del animal en el estado se había realizado en 1914 en el Parque Nacional Serra dos Órgãos, siendo la pérdida de hábitat, la caza y la urbanización las principales amenazas para su existencia. Actualmente, la especie se encuentra incluida en la Lista Roja de Especies Amenazadas como vulnerable.
Renato Jordão, presidente de Inea, describió la documentación de los tapires después de un siglo como un momento histórico y significativo, allanando el camino para estrategias de conservación efectivas y aumentando la conciencia sobre la importancia de la biodiversidad y la resiliencia de los ecosistemas locales.
El Parque Cunhambebe, el segundo más grande del estado, abarca casi 40,000 hectáreas de áreas naturales protegidas y es reconocido por sus iniciativas de educación ambiental que involucran a las comunidades locales y promueven la investigación científica, fortaleciendo aún más los esfuerzos de conservación de la biodiversidad.