Indonesia, famosa por sus ricas selvas tropicales, enfrenta una grave crisis ambiental a medida que vastas áreas se convierten en plantaciones de aceite de palma. Esta transformación representa serias amenazas para la biodiversidad y la estabilidad climática.
Las selvas tropicales de Indonesia, que se extienden por regiones como Sumatra, Kalimantan, Sulawesi y Papúa, constituyen uno de los ecosistemas más ricos del mundo, albergando aproximadamente el 10% de las especies de flora y fauna del planeta. Sin embargo, la deforestación, impulsada principalmente por la producción de aceite de palma, está llevando a la extinción de especies raras como el tigre de Sumatra y el rinoceronte de Java.
Según el World Resources Institute, las selvas tropicales de Indonesia cubren más de 56 millones de hectáreas y son cruciales para la absorción de carbono, secuestrando hasta 2.6 mil millones de toneladas de carbono anualmente. Sin embargo, el país pierde alrededor de 375,000 hectáreas de bosque cada año, lo que genera alarmas sobre los impactos a largo plazo en el medio ambiente.
A pesar de su importancia ecológica, el aceite de palma sigue siendo un motor económico clave para Indonesia, generando 20.8 mil millones de dólares en exportaciones en 2022 y proporcionando empleos a más de 16 millones de personas. Esta dualidad presenta un desafío complejo para la nación mientras intenta equilibrar el crecimiento económico con la preservación ambiental.