República Dominicana Enfrenta Crisis Climática: Amenazas Urgentes a Flora, Fauna y Seguridad Alimentaria

La República Dominicana está experimentando severos impactos del cambio climático, con fenómenos meteorológicos cada vez más intensos, temperaturas récord y alteraciones ambientales que amenazan la biodiversidad y los medios de vida de sus ciudadanos.

Las recientes olas de calor, lluvias torrenciales e inundaciones repentinas, como las de noviembre de 2022 y 2023, ejemplifican las amenazas actuales y futuras a la estabilidad de esta nación insular. Eduardo Julia, vicepresidente ejecutivo de la Fundación Sur Futuro, destacó estos riesgos durante un curso de comunicación sobre el cambio climático organizado por la fundación y la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (Pucmm).

Julia explicó que el cambio climático está causando cambios alarmantes en las temperaturas nocturnas y en la disponibilidad de agua, afectando tanto a los ecosistemas como a la producción agrícola, con implicaciones significativas para productos esenciales como el café y el pollo.

Los datos meteorológicos indican un aumento considerable de las temperaturas en la República Dominicana, y lo más sorprendente es que las noches ya no experimentan los descensos habituales de temperatura, esenciales para ciertos cultivos. Este cambio impacta la agricultura: productos como la caña de azúcar y el café, que requieren una diferencia térmica entre el día y la noche, enfrentan desafíos de producción. En especial, el cultivo del café, que antes prosperaba a 500 metros de altitud, ahora necesita altitudes de al menos 600 metros, poniendo en riesgo la viabilidad de terrenos tradicionales y aumentando la presión sobre los parques nacionales ubicados en alturas mayores.

El cambio climático no solo está afectando las zonas rurales. Santo Domingo podría ver temperaturas similares a las de Azua y la alteración del equilibrio de temperatura afecta también la disponibilidad de agua en los reservorios, debido a un ciclo del agua ahora se comporta de manera más impredecible.

"Vamos a tener una disminución en la disponibilidad de agua", advirtió Julia, explicando que el agua del mundo se redistribuye en respuesta a las variaciones de temperatura, dejando algunas áreas en sequía y otras en condiciones de exceso de agua.

Las zonas de vida, que dependen de la temperatura, la lluvia y la altitud, también están cambiando. El Valle Nuevo, una zona alpina única por su clima y flora especial, podría perder especies exclusivas debido al incremento de temperatura, lo cual modificaría de forma permanente este ecosistema.

Crisis en la producción de alimentos y aumento en los costos. El cambio climático ha afectado gravemente a la ganadería y avicultura. Las olas de calor en las granjas han reducido la producción de leche y carne en el país, impactando la economía local y la oferta de alimentos.

En el caso de la producción de pollo, la mortalidad aumentada por el calor y el menor consumo de alimento han elevado los costos, repercutiendo en el precio final para los consumidores.

La República Dominicana también enfrenta amenazas en su infraestructura costera. Con tres aeropuertos cercanos al nivel del mar, como Barahona, Samaná y Puerto Plata, ya se han registrado inundaciones en las pistas, lo que aumenta los costos de mantenimiento y pone en riesgo el turismo, un sector clave para la economía. Asimismo, el avance del nivel del mar se ha visto en la erosión de las playas y la pérdida de flora costera, como las icónicas palmeras en las Terrenas, fotografiadas en el agua debido a la erosión de la línea costera.

Los corales, ecosistemas vitales para la protección de las costas, también sufren debido a la acidificación del océano, resultado de la absorción de dióxido de carbono por las aguas. Los arrecifes de coral, que actúan como barreras naturales contra las olas, están en declive y se estima que solo el 15% de los corales en el país están vivos.

El cambio climático ha intensificado la vulnerabilidad de comunidades enteras, especialmente aquellas en las zonas rurales con menor capacidad de adaptación. La comunidad de Boca de Cachón, ubicada en el Lago Enriquillo, fue el primer pueblo del mundo que tuvo que ser reubicado por los efectos climáticos.

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