Durante la Operación Antártica Brasileña XLI en la Isla Livingston, un investigador brasileño identificó cuatro nuevas especies de hongos Agaricales. Este es el primer caso en que un brasileño clasifica hongos macroscópicos en la región antártica.
La investigación se centró en la diversidad, taxonomía y filogenia de los hongos en forma de seta, cruciales para la descomposición de la materia orgánica y la salud del suelo. El descubrimiento amplía significativamente el conocimiento sobre la biodiversidad de la región, un tema de creciente interés en Latinoamérica, donde la conservación de ecosistemas es fundamental.
Un hallazgo clave fue la descripción morfológica completa de Galerina marginata, detectada anteriormente solo dos veces en la Antártida. Estos hongos actúan como bioindicadores, sensibles a los cambios ambientales, lo que ayuda a comprender cómo los organismos responden a condiciones extremas e impactos climáticos. Este tipo de investigación es particularmente relevante en países como Argentina y Chile, que comparten fronteras con la Antártida y enfrentan desafíos ambientales similares.