El anuncio de un arancel del 35% por parte de Estados Unidos a las importaciones canadienses, efectivo el 1 de agosto de 2025, ha generado un terremoto en los mercados financieros. Desde una perspectiva económica, este movimiento unilateral plantea serias interrogantes sobre el futuro del comercio bilateral y sus repercusiones en la economía global.
Según un informe de la Organización Mundial del Comercio, los aranceles, como el anunciado por Trump, pueden disminuir el volumen del comercio internacional. La imposición de este arancel del 35% podría resultar en una disminución del 5% en el comercio entre EE. UU. y Canadá en el primer año, según las proyecciones de la Universidad de Toronto. Esto se traduce en pérdidas económicas significativas para ambos países, afectando a industrias clave como la automotriz, la energética y la agrícola.
El impacto en los consumidores es otro aspecto crucial. Con el aumento de los aranceles, se espera un incremento en los precios de los bienes importados, lo que podría generar inflación y reducir el poder adquisitivo de los consumidores. Además, la incertidumbre generada por estas medidas proteccionistas podría desincentivar la inversión y el crecimiento económico.
En resumen, el arancel del 35% de EE. UU. a Canadá es un desafío económico con consecuencias de gran alcance. Requiere una cuidadosa evaluación de sus implicaciones para mitigar los riesgos y proteger la estabilidad económica.