El Banco Central Europeo (BCE) está lidiando con una inflación inesperadamente baja del 1.8% en septiembre de 2023, por debajo del objetivo del 2% del banco. Esta caída está llevando a una reevaluación de la política monetaria, con los inversores anticipando un posible recorte de tasas de interés en la próxima reunión de octubre.
Los mercados financieros pronostican una reducción de 0.25 puntos, lo que reduciría las tasas al 3.25%. Los economistas advierten que sin una acción decisiva, la inflación podría seguir por debajo del objetivo del BCE, con proyecciones que sugieren que las tasas podrían caer hasta 1.7% a mediados de 2024.
Jens Eisenschmidt, economista jefe de Morgan Stanley para Europa, destaca los desafíos históricos que ha enfrentado el BCE con la baja inflación, señalando que entre 2011 y mediados de 2021, la inflación no alcanzó el objetivo en 93 de 120 meses. La previsión actual del BCE anticipa alcanzar su objetivo del 2% para el cuarto trimestre de 2025, aunque hay escepticismo en torno a estas proyecciones.
Las preocupaciones ya eran evidentes en las actas de la reunión de septiembre, que indicaban que el personal del BCE estaba preocupado por no alcanzar el objetivo de inflación. Yannis Stournaras, gobernador del Banco de Grecia, predice que el objetivo podría no alcanzarse hasta principios de 2025, influenciado por factores temporales como la caída de los precios del petróleo.
Los críticos argumentan que el BCE ha sido lento en responder, y algunos afirman que la comprensión de la dinámica de la inflación por parte del banco es defectuosa. La baja productividad, la débil inversión y el envejecimiento de la población están agravando el panorama económico, lo que lleva a demandas de un enfoque más cauteloso para la flexibilización monetaria.