En una sorprendente subasta en Múnich, la última pintura de Max Beckmann, Großer Clown mit Frauen und kleiner Clown de 1950, alcanzó un impresionante precio de 3,7 millones de euros. Esta obra había estado en posesión de Berthold Beitz, un exgerente de Krupp, y su familia desde 1965, y se exhibió en varias exposiciones de museos a lo largo de los años.
La pintura se estimaba inicialmente en 1,4 millones de euros, pero las intensas pujas de participantes en línea y por teléfono llevaron el precio final a más del doble de la estimación. La identidad del nuevo propietario no ha sido revelada, según anunció la casa de subastas Ketterer.
Además, otra obra significativa, el tríptico de Max Slevogt Der verlorene Sohn (1899), se vendió por 559,000 euros en la misma subasta. Esta pintura había sido exhibida en la Staatsgalerie Stuttgart durante décadas antes de ser devuelta a los herederos del coleccionista de arte berlinés Eduard Fuchs, cuya colección fue parcialmente destruida y subastada por los nazis en la década de 1930.
Ketterer tampoco reveló quién compró la obra de Slevogt.