Un nuevo estudio de la Universidad de Harvard sugiere una fuerte relación entre la gratitud y la longevidad. Los investigadores encontraron que las personas con mayores niveles de gratitud exhiben un menor riesgo de mortalidad, particularmente por enfermedades cardiovasculares. El estudio, que involucró a más de 49,000 mujeres con una edad promedio de 79 años, reveló una reducción del 9% en el riesgo de mortalidad entre aquellas con un mayor sentido de gratitud durante un período de cuatro años.
La gratitud puede promover estilos de vida más saludables y reducir el riesgo de enfermedades mentales, lo que impacta indirectamente en la salud física.
Experimentar gratitud libera endorfinas y dopamina en el cerebro, promoviendo el placer y el alivio del dolor.
La gratitud actúa como un amortiguador contra el estrés y la negatividad, mejorando el estado de ánimo general y reduciendo la ansiedad.
Los psicólogos recomiendan practicar la gratitud, especialmente entre los adultos mayores, para reducir los biomarcadores asociados con el envejecimiento y las enfermedades crónicas.
Si bien se necesita más investigación para establecer la causalidad, los expertos sugieren incorporar prácticas de gratitud en las rutinas diarias, como expresar agradecimiento antes de acostarse o mantener un diario de gratitud, para mejorar potencialmente la salud y el bienestar. Sin embargo, los expertos también advierten contra la gratitud excesiva, que podría afectar la autonomía de una persona.