La crianza positiva, arraigada en la psicología humanista y positiva, ofrece una alternativa a los métodos tradicionales autoritarios o permisivos. Promueve una educación basada en el respeto mutuo, la empatía, la responsabilidad y la autodisciplina.
Un elemento central de este enfoque es el uso de consecuencias, en lugar de castigos, para ayudar a los niños a aprender de sus acciones sin culpa ni miedo. Dos conceptos clave son las consecuencias naturales y lógicas.
Consecuencias naturales ocurren sin intervención adulta, permitiendo que los niños experimenten directamente los resultados de sus acciones, como sentir frío si no se ponen un abrigo. Los aspectos clave incluyen:
Experiencia directa: El niño experimenta directamente el resultado de sus acciones.
Sin involucramiento adulto: La consecuencia se desarrolla de forma natural, sin interferencia de los padres.
Retroalimentación inmediata: El niño recibe retroalimentación inmediata sobre su comportamiento.
Consecuencias lógicas son intervenciones diseñadas por adultos, directamente relacionadas con el comportamiento del niño. Estas no son castigos, sino oportunidades para el aprendizaje estructurado, siguiendo criterios como ser relacionadas, respetuosas, razonables y reveladas de antemano. Esto fomenta la responsabilidad personal y la conciencia moral. Los aspectos clave incluyen:
Relacionadas con el comportamiento: La consecuencia está directamente conectada a la acción del niño.
Respetuosas: La consecuencia se entrega con respeto por el niño.
Razonables: La consecuencia es apropiada para la edad del niño y la situación.
Reveladas de antemano: El niño es informado sobre la posible consecuencia antes de que ocurra el comportamiento, si es posible.