A finales de 2024, una controversia en Twitter/X planteó preguntas sobre el trabajo académico y la participación pública, especialmente en relación con el lenguaje utilizado en la escritura académica.
El 27 de noviembre, la candidata a doctorado de la Universidad de Cambridge, Amelia Louks, anunció que había pasado su defensa con su disertación titulada "Ética Olfativa: La Política del Olor en la Prosa Moderna y Contemporánea." La tesis está actualmente bajo embargo, lo que la hace en gran parte inaccesible para el público.
El tweet de Louks recibió más de 120 millones de vistas y 12,000 respuestas, muchas de las cuales incluían comentarios despectivos y abusivos sobre su trabajo. Con acceso limitado a la tesis, la mayoría de las respuestas se dirigieron al resumen, que discute conceptos como "el lenguaje del olor" y "la opresión olfativa".
El resumen emplea términos como "interseccional" y "estructuras de poder", que tienen raíces en el discurso sociológico. Los críticos argumentan que tal jerga puede alienar a los lectores legos y oscurecer el significado.
Louks hizo referencia al uso del olor por George Orwell en la literatura para ilustrar su importancia, mientras que otros, como Salman Rushdie, destacan cómo las experiencias sensoriales pueden evocar memoria y emoción.
Las respuestas de los medios condenaron en gran medida el abuso dirigido a Louks, pero algunos comentaristas sugirieron que las críticas provenían de sesgos políticos. Notablemente, Noam Chomsky ha criticado el lenguaje impenetrable de ciertos teóricos, contrastándolo con la escritura científica más accesible.
Mientras las universidades del Reino Unido enfrentan presiones financieras, surgen preguntas sobre la asignación de recursos hacia investigaciones esotéricas. Los críticos instan a los académicos a interactuar con el público y justificar su trabajo, especialmente cuando desafía las normas establecidas.
La escritora Ella Dorn criticó la atención que recibió la tesis de Louks, sugiriendo que refleja una tendencia más amplia del discurso académico que prioriza ciertas ideologías. Dorn argumenta que muchos cursos de humanidades se centran en las opresiones estructurales, a menudo a expensas de un compromiso intelectual diverso.
El debate subraya la necesidad de un compromiso crítico en la academia, donde se deben fomentar las reseñas duras y las preguntas rigurosas. Los críticos advierten contra una cultura que equipara la crítica con ataques personales, lo que puede sofocar el discurso significativo.
En última instancia, el examen del lenguaje académico y su impacto en la comprensión pública sigue siendo crucial a medida que los académicos navegan por las complejidades de la comunicación en sus campos.