Educación nórdica: Un modelo para la infancia feliz

Editado por: Olga N

El enfoque nórdico hacia la educación infantil enfatiza la creatividad, la resiliencia y la independencia, lo que produce resultados positivos en el desarrollo de los niños. En Dinamarca, se anima a los niños a jugar en el barro, lo que no solo fomenta la diversión, sino que también mejora las habilidades sensoriales y refuerza el sistema inmunológico. La experta en crianza Jessica Alexander destaca que esta exploración lleva a conexiones más fuertes con el entorno.

Helen Russell, una escritora que vive en Jutlandia, señala diferencias notables en cómo los niños nórdicos aprenden y juegan. Participan en actividades al aire libre no estructuradas, incluso en condiciones climáticas adversas, lo que contribuye a su bienestar. La ausencia de educación formal hasta los seis años, junto con la falta de pruebas o calificaciones hasta los once años, permite a los niños desarrollar habilidades de pensamiento crítico y defensa personal.

Además, la cultura nórdica valora las comidas familiares, lo que refuerza las conexiones entre los miembros, y promueve una filosofía donde los elogios se reservan para logros genuinos. Este enfoque anima a los niños a evaluar sus acciones y fomenta la motivación intrínseca en lugar de depender de la validación externa.

En Brasil, el Centro de Apoio e Suporte à Inclusão da Educação Especial (Casies) en Cuiabá sirve como un modelo para la educación inclusiva. Se centra en la producción de materiales accesibles para estudiantes con discapacidades y proporciona apoyo educativo adaptado. Con más de 324,130 materiales producidos en 2024, Casies demuestra la importancia de la educación personalizada para fomentar el éxito social y académico.

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