Clifford "Cliffy" Lester, un estudiante de ocho años no verbal con desafíos físicos en la John McGivney Children's Centre School Authority en Windsor, Ontario, usó una interfaz cerebro-computadora (BCI) para hacer palomitas de maíz. La tecnología traduce la actividad cerebral de Cliffy en comandos, lo que le permite activar la máquina de palomitas al imaginar una sonrisa.
El programa BCI, respaldado por una donación de $30 millones para ampliar el acceso a unos 20 centros de tratamiento infantil en todo Ontario, utiliza un auricular con sensor para medir la actividad cerebral. El software distingue entre pensamientos neutrales y activos, lo que permite a los usuarios controlar dispositivos y actividades.
El éxito de Cliffy destaca el potencial de BCI para empoderar a los niños con discapacidades, dándoles control directo sobre su entorno. El John McGivney Children's Centre es uno de los sitios que obtienen acceso a BCI, que ya ha beneficiado a seis estudiantes, mejorando sus habilidades de alfabetización, comunicación y aritmética. El programa BCI se extenderá a centros de tratamiento adicionales durante cinco años, proporcionando a los médicos una nueva herramienta para apoyar a los niños con discapacidades.