La conciencia arraigada en los sentimientos corporales, dicen los Damasios de la USC

Editado por: Tetiana Martynovska 17

El estudio de la conciencia ha sido durante mucho tiempo uno de los grandes misterios no resueltos en la neurociencia moderna. Los renombrados neurocientíficos Antonio y Hanna Damasio de la Universidad del Sur de California han propuesto una fascinante hipótesis: sitúan los orígenes de la conciencia en los sentimientos corporales. Argumentan que las emociones—y no la cognición o las funciones cerebrales superiores—constituyen la base de la conciencia.

Esta perspectiva podría alterar fundamentalmente nuestra autocomprensión como seres humanos y ofrece un complemento contrastante a las teorías establecidas que han anclado la conciencia principalmente en la cognición y la percepción.

Tradicionalmente, la conciencia ha sido vista como un producto del procesamiento cognitivo y sensorial. Esta visión, a menudo resumida bajo el término cognitivismo, considera la conciencia como el resultado del procesamiento complejo de información y estímulos por parte del cerebro. Así, la conciencia es la capacidad de integrar impresiones sensoriales del mundo exterior en una imagen coherente que nos aparece como 'yo'.

En esta visión, la conciencia es, por lo tanto, una especie de extensión de las capacidades cognitivas de los mamíferos superiores, especialmente de los humanos. Las áreas cerebrales superiores, como la corteza prefrontal, que es responsable de los procesos de toma de decisiones complejos y la reflexión, juegan un papel central. También se considera que la capacidad de autopercepción, es decir, la noción de un 'yo' como entidad separada, es un subproducto del avance cognitivo.

Otra teoría prominente, la Teoría del Espacio de Trabajo Global (GWT), sugiere que la conciencia surge cuando la información de varios sistemas sensoriales y cognitivos en el cerebro converge en un 'espacio de trabajo' compartido. Este mecanismo permite que la información de diferentes áreas del cerebro interactúe y genere percepción consciente. Aquí, la conciencia es la capacidad del cerebro para integrar diversas informaciones en un todo coherente y presentarlo como una unidad.

En contraste con estas teorías orientadas a la cognición, los Damasios desplazan el origen de la conciencia al ámbito de la sensación y el sentimiento. Argumentan que no solo el procesamiento de estímulos externos o la integración cognitiva de la información generan conciencia, sino también la percepción de los estados corporales internos.

Su hipótesis coloca las 'emociones homeostáticas' en el centro: estas emociones, que están profundamente arraigadas en el cuerpo y nos informan sobre nuestro estado físico—hambre, sed, dolor, frío o bienestar—son la base de la experiencia consciente. En esta visión, los componentes cruciales de la conciencia residen en las sensaciones que percibimos a través de nuestro cuerpo, y no tanto en los procesos cognitivos que a menudo hemos considerado fundamentales.

Los Damasios también ofrecen una explicación evolutiva para su teoría: el desarrollo de la conciencia no creció con la capacidad de formular pensamientos complejos, sino con la necesidad de regular estados corporales básicos y sobrevivir. Las emociones homeostáticas—la percepción de hambre, dolor o temperatura—proporcionan, por lo tanto, no solo una base para la supervivencia, sino que también forman el punto de partida para la experiencia subjetiva. La conciencia, según los Damasios, no es un logro cognitivo, sino una herramienta evolutiva que permite a los seres vivos maximizar su bienestar y evitar activamente riesgos.

Algunos investigadores pueden temer que el modelo de los Damasios pueda llevar a descuidar los procesos cognitivos en la explicación de la conciencia. Después de todo, la conciencia humana no es solo la sensación de estados internos, sino que también abarca el pensamiento complejo sobre uno mismo y el mundo. Los Damasios mismos argumentan que los procesos cognitivos juegan un papel importante, pero que estos no podrían surgir sin el fundamento de los sentimientos. La capacidad de sentir es el requisito previo a partir del cual puede crecer la reflexión cognitiva.

El enfoque de los Damasios también podría desempeñar un papel en la terapia y el tratamiento de trastornos mentales. Si consideramos la conciencia y la autocomprensión humanas como profundamente arraigadas en el cuerpo, los métodos terapéuticos que se centran en la conciencia corporal y la sensación podrían adquirir un nuevo significado. Las terapias basadas en la atención plena o los enfoques orientados al cuerpo podrían ofrecer un acceso directo a la conciencia al enseñar a los pacientes a percibir e interpretar sus sensaciones corporales internas. Esto podría ser útil en el tratamiento de la ansiedad o la depresión, ya que los pacientes aprenden a comprender y regular mejor sus emociones y necesidades al centrarse en su cuerpo.

Por lo tanto, la teoría de los Damasios coloca a los humanos como seres sensibles y sintientes en el centro y podría ayudar a elevar la terapia de un nivel puramente cognitivo a uno más holístico. En una época en la que el yo a menudo se equipara con el rendimiento cognitivo, esta perspectiva nos recuerda que la conciencia es más que un modelo computacional complejo. Ser humano comienza en las capas más profundas de la sensación corporal—y la curación podría comenzar justo ahí.

En un mundo cada vez más orientado a la cognición, este regreso a la sensación podría no solo enriquecer la neurociencia, sino también profundizar nuestra comprensión de nosotros mismos como seres vivos y sintientes.

Henrik Bischoff es psicólogo clínico y neurocognitivo que actualmente investiga en la Universidad Privada Sigmund Freud en Viena. Anteriormente, fue investigador asociado en el Instituto del Cerebro Laureate en Tulsa, Oklahoma.

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